Cómo la baja autoestima influye en a quién eliges para salir

La forma en que te valoras a ti mismo influye directamente en tus elecciones afectivas. A primera vista, podría parecer que uno elige a sus parejas por afinidad, atracción o coincidencias en valores, pero en muchos casos hay factores más profundos en juego. La autoestima —o la falta de ella— actúa como un filtro invisible a través del cual interpretas el amor, el deseo y el merecimiento. Si no crees que eres valioso, inconscientemente te vincularás con personas que confirmen esa visión distorsionada de ti mismo. En otras palabras, no solo eliges con el corazón o la mente, también eliges desde la herida.

Las personas con baja autoestima suelen aceptar menos de lo que realmente merecen en sus relaciones. Esto puede expresarse de muchas formas: conformarse con vínculos fríos, justificar malos tratos, evitar mostrar vulnerabilidad por miedo al rechazo o incluso recurrir a dinámicas afectivas donde el vínculo está condicionado por el intercambio. Un ejemplo sutil de esto es la búsqueda de validación a través de experiencias como contratar escorts. Aunque muchas veces estas situaciones se justifican como entretenimiento o placer, en ciertos casos responden a una necesidad emocional más profunda: sentirse deseado, importante o en control, al menos por un momento. Este tipo de elección puede revelar una dificultad para conectar desde un valor interno sólido y estable.

Aceptar menos por miedo a no encontrar más

Cuando la autoestima es baja, se instala una idea peligrosa: “Esto es lo mejor que puedo conseguir”. Esta creencia lleva a justificar comportamientos dañinos, relaciones poco recíprocas o vínculos donde uno da mucho y recibe poco. Se prioriza ser querido a cualquier precio, aunque ese precio sea el propio bienestar emocional. El miedo al abandono, al juicio o a quedarse solo empuja a aceptar situaciones que una persona con mayor seguridad en sí misma probablemente no toleraría.

Este patrón también puede verse en el tipo de personas que se eligen: parejas que critican constantemente, que no se comprometen, que manipulan o que simplemente no están disponibles emocionalmente. En el fondo, cada una de estas elecciones confirma un relato interno: “No soy suficiente”, “Tengo que esforzarme para que me amen”, o “Debo demostrar que merezco atención”. La relación se vuelve una lucha por ganar aprobación en lugar de un espacio de encuentro, crecimiento y bienestar mutuo.

El impacto en la intimidad emocional

La baja autoestima no solo afecta a quién eliges, sino también cómo te vinculas. Muchas personas con una visión pobre de sí mismas temen mostrarse tal como son. Temen que si el otro ve su “verdadero yo”, se aleje. Por eso, construyen máscaras: intentan ser siempre agradables, evitan el conflicto, no expresan lo que realmente sienten o necesitan. Esta dinámica impide que se construya una intimidad auténtica, ya que siempre hay una parte esencial que se oculta por temor a no ser aceptada.

Además, en las relaciones donde hay desequilibrio de poder, la persona con baja autoestima suele asumir un rol pasivo o complaciente. No establece límites claros, no defiende sus valores y, a menudo, se deja arrastrar por las decisiones del otro. Esto puede generar una sensación de vacío o de pérdida de identidad, reforzando la idea de que no se es digno de una relación sana y recíproca.

Sanar la autoestima para elegir mejor

Reconocer que tu autoestima influye en tus relaciones no es motivo de culpa, sino una oportunidad de cambio. El primer paso es observar tus elecciones con honestidad: ¿elijo desde el amor propio o desde la carencia? ¿Estoy buscando compañía o validación? ¿Esta persona me suma o simplemente llena un vacío? Las respuestas pueden ser incómodas, pero también liberadoras.

Trabajar en la autoestima implica reconectar con tu propio valor, aprender a ponerte en primer lugar y construir una relación sana contigo mismo. Solo desde ahí puedes empezar a elegir parejas que te respeten, te cuiden y te acompañen en un camino compartido, no en una lucha por ser visto. Porque cuando te sabes valioso, ya no necesitas que otro te lo confirme. Entonces, eliges desde la libertad, no desde la necesidad. Y eso lo cambia todo.